El fin de semana pasado por fin volví a Nueva York. Hacía un año que no iba, se ha pasado rápido pero se ha hecho largo al mismo tiempo. Teniendo en cuenta que antes lo hacia cada fin de semana, y que sólo se tardan 3 horas y media en llegar a Brooklyn, yo pensaba que iba a ir todos los meses, pero al final, que os voy a decir, las cosas del día a día lo hacen imposible. Y ya lo echaba de menos, la verdad. Así que aproveché y mirad todo lo que traje.
Siempre cuento que en los supermercados de por aquí es fácil encontrar de todo, y es cierto, para criterios normales, pero no para criterios neoyorkinos. En Nueva York lo fascinante es que hay de todo, literalmente de todo. Un día quise visitar una tienda solo de especias, y buscando en internet a cual ir se me hizo hasta tarde y ya me cerraron, lo tuve que dejar para otro día. Nueva York es así. Cualquier cosa que quieras, que se te ocurra, cualquier ingrediente raro que veas, cualquier cosa, la encuentras, y además seguramente tengas hasta opciones. Ese es el caso de las cositas asiáticas. Todo el mundo ha oido hablar de Chinatown, y por lo visto es porque venden cosas falsas... para mí Chinatown es sinónimo de ingredientes imposibles de encontrar en otros sitios.
Ya sabéis que nos gusta la comida asiática y que hacemos muchas cosas en casa. Lo cierto es que para la mayoría de los platos que hacemos podemos encontrar las cosas en el super, pero claro, cuando tienes Chinatown a 20mins en metro, las posibilidades se multiplican hasta el infinito. Mi rincón favorito es el supermercado Hong Kong, que es enorme, tiene dos pisos, y suelo ser la única no-asiática de toda la tienda. En consecuencia, no entiendo la mayoría de las etiquetas y nadie me puede ayudar, porque ni siquiera hablan inglés. Pero me divierte mucho, y es donde encuentro los mejores precios en cosas que siempre usamos como los fideos de arroz o de alubia, o salsas como el Mirin o el Tamari japonesas, o chinas preparadas para hacer los platos que siempre pedimos en los restaurantes chinos... Me encanta, y me encanta ver las frutas y verduras, a precios muy bajos, y donde se pueden encontrar cosas más difíciles como diferentes setas, raices, o cosas exóticas. Es muy curioso, porque está bastante sucio y venden de todo, incluido, mirad: peces vivos, cangrejos, langostas, sapos, culebras de agua, medusas, tortugas... (para sopa todo está claro)
Apuré al máximo mis dos días y medio, ya que tenía el sábado, parte del domingo y la mañana del lunes para pasear y hacer compras. Mi primera mañana paseé por Manhattan, me dí un muy buen capricho en la tienda de Lindt (la bolsa llena de bolitas de colores en la esquina de la izquierda) porque sólo allí tienen mil sabores de sus famosos bombones redondos rellenos, y sólo allí encuentro muchas variedades que no venden en las tiendas aquí. Fue un caprichín. Después paré en The Strand, una librería donde podemos encontrar libros de segunda mano en perfecto estado, o quizá antigüedades, o quizá restos de inventarios o excedentes de las editoriales, por eso todos los libros en esta tienda tienen precios muy inferiores a los normales. Además, tiene 4 plantas, y gracias a tener pasillos muy estrellos, tipo biblioteca antigua, se anuncian por tener 18 millas de pasillos de libros. ¡Un paraiso! Como veis compré 3 libros de cocina: uno de comida india, otro asiática y otro de aperitivos, y además compré un regalo para mi hermano, una historia del IRA... cada uno con su tema, allí los encontramos todos.
No fue hasta el lunes cuando fui a Chinatown, fui a cosa hecha, esquivando a los turistas en busca de gangas, yo me meto en los herbolarios, en los supermercados, en las pastelerias... Y compré sobretodo fideos, ya que cuestan céntimos al tener muchísimo donde elegir. Compré un par de salsas para cocinar, mirin, tamari, aceite de sésamo que se me está acabando, salsa para mojar las empanadillas chinas que hacemos a veces, lichis, bok choi fresco, y además consentí a mi peque y le compré un par de paquetitos de galletitas llenas de chocolate. Una gozada tener todo eso al alcance de la mano.
En esta otra foto hay cosas japonesas, pues en Chinatown conozco una tienda que se llama Tokyo Markt, donde podemos encontrar absolutamente todos los ingredientes que veamos en un libro de recetas japonesas. Compré hojas de nori para hacer sushi: normalmente un paquete de 10 o 12 cuesta entre $10 y $12, en Tokyo Market compré este paquete de 50 hojas por $8.95 ;-) compré también otras algas como el kombu para aromatizar el arroz del sushi, compré bonito seco, y unos palillos de diario.... porque era muy monos y costaban $2... Además entré también en una tienda con productos tailandeses e indonesios, y compré hojas de lima kaffir congeladas, ¡por fin las encuentro!
Pero no todo fue Chinatown... El sábado mientras bajaba Manhattan desde Central Park hasta The Strand en la calle 10 con Broadway, me paseé por mis rincones favoritos, me tomé un croissant en Bouchon, y me compré una buena colección de quesos en WestSide Market en Chelsea. Qué maravilla de supermercados gourmet tiene NYC... la sección de quesos de algunos no cabría en un supermercado español. Como no los podía comprar todos, estos son los que me traje:
El domingo lo dediqué a Brooklyn, mi hogar durante cuatro años. Qué bonito es :) tiendas pequeñas, casas unifamiliares, adosados tradicionales, mansiones... Hay de todo sin salir de 3 o 4 manzanas. Me gustó pasear por mis calles, ver que las tiendas y los restaurantes siguen ahí, y que además hay cosas nuevas donde antes había comercios cerrados. Como el caso del nuevo Brooklyn Market, donde encontré esas chips de pita y de pan hechas en Brooklyn, y además muchos dips que a mi marido le encantan. Y el lunes, de camino a Maryland, paré con el coche en nuestra pizzería favorita: Vesuvio. Os habrá llamado la atención ver la caja de la pizza debajo de todo lo demás, pero es que no hay nada como una pizza de Brooklyn.
La pizza de Brooklyn es tan fina que se dobla, está hecho en horno de piedra y por eso la base queda crujiente y con un dorado no-uniforme lleno de sabor, es mucho más grande que las demás pizzas, y tiene un aceite de oliva con un toquecito picante, que hace que ninguna pizza sepa como la pizza de Brooklyn. Así que pedí una grande de pepperoni y salchicha italiana, la recogí, y seguí camino a Maryland. 4 horas en el coche con el olor a esa pizza y sin poder comérmela, mereció la pena al ver la cara de mi marido cuando la vio y dijo "oh Dios mio!!!! una pizza de Vesuvio?!?!! has traido una pizza de Vesuvio?!?!!!" :-)
También fui a Century21, unos grandes almacenes de descuento que hay en Manhattan y al lado de mi piso en Brooklyn, en Bay Ridge. Compré un montón de ropa y accesorios, que veis en la bolsa roja de la silla.
Fue un gran fin de semana. Y ahora tengo provisiones para otra buena temporada. Aunque la pizza sólo duró dos dias.
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